1:1 Frente al mar de la primera noche, Idamanda descorrió las cortinas.
1:2 Las olas lamían Playa Hedónica y las tinieblas no dejaban apreciar con precisión los cuerpos de los amantes.
1:3 Y dijo Idamanda: El deseo es nuestra cárcel, por tanto es preciso que seamos plenamente dueños de nuestros deseos.
1:4 Como el niño es dueño de su sonrisa: a través de su alegría.
1:5 Y vio Idamanda sobre la arena, aquí y allá, copas, vasos de papel, toallas, caracoles, toda clase de objetos.
1:6 Y tocó Idamanda con la punta de su pie desnudo, breve, un caracol. El reflejo de la concha, al volverse, iluminó La Playa.
1:7 Y dijo Idamanda: Pues incluso lo más pequeño puede iluminarlo todo, y crecer en el proceso.
1:8 Y los cuerpos de los amantes se volvieron. Y sus ojos se reflejaron en el mar.
1:9 Y sus manos alzaron las copas.
1:10 Como niños satisfechos, dispuestos a invertir en su inocencia, los amantes escudriñaron la luz.
1:11 Y dijo Idamanda:
1:12 No esperes que vengan a buscarte: búscate a ti mismo. Y dijo:
1:13 El tiempo de la salvación está en ti.
1: 14 Y dijo: Todo el oro del mundo no puede comprarte un segundo de dicha, pues la dicha ya está en ti.
1:2 Las olas lamían Playa Hedónica y las tinieblas no dejaban apreciar con precisión los cuerpos de los amantes.
1:3 Y dijo Idamanda: El deseo es nuestra cárcel, por tanto es preciso que seamos plenamente dueños de nuestros deseos.
1:4 Como el niño es dueño de su sonrisa: a través de su alegría.
1:5 Y vio Idamanda sobre la arena, aquí y allá, copas, vasos de papel, toallas, caracoles, toda clase de objetos.
1:6 Y tocó Idamanda con la punta de su pie desnudo, breve, un caracol. El reflejo de la concha, al volverse, iluminó La Playa.
1:7 Y dijo Idamanda: Pues incluso lo más pequeño puede iluminarlo todo, y crecer en el proceso.
1:8 Y los cuerpos de los amantes se volvieron. Y sus ojos se reflejaron en el mar.
1:9 Y sus manos alzaron las copas.
1:10 Como niños satisfechos, dispuestos a invertir en su inocencia, los amantes escudriñaron la luz.
1:11 Y dijo Idamanda:
1:12 No esperes que vengan a buscarte: búscate a ti mismo. Y dijo:
1:13 El tiempo de la salvación está en ti.
1: 14 Y dijo: Todo el oro del mundo no puede comprarte un segundo de dicha, pues la dicha ya está en ti.
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