La novela de 2012


2012. En la noche del fin del mundo, la humanidad espera la llegada del último tsunami, que barrerá con todo a su paso. Sólo una mujer puede salvarlos, pero ellos no lo saben todavía. Una novela que refleja minuciosamente los aterradores momentos finales de la raza humana y, al mismo tiempo, lanza un grito desafiante y esperanzador frente al Apocalipsis, de cara al mar de la resurrección.

Apocalipsis: La Gran Ola

Una marejada de improperios inunda las avenidas, los parqueos, las plazas, los supermercados, y los ancianos rememoran el tiempo en que vivir era más simple, más rentable; el tiempo en que ellos y sólo ellos moldeaban el porvenir, y se lamentan desconsolados. El clamor crece desde el fondo, permea los cuerpos, los tímpanos y enseguida recula, se diluye en millones de pequeños rugidos fragmentados en millones de intrascendentes lamentaciones y languidece, y se derrumba. Vacío. Agua. Daniela me abraza. El presidente solloza. El estallido de una lágrima sobre el césped barre, en su onda expansiva, las edificaciones colindantes.

El Tiempo de la Salvación

1:1 Frente al mar de la primera noche, Idamanda descorrió las cortinas.
1:2 Las olas lamían Playa Hedónica y las tinieblas no dejaban apreciar con precisión los cuerpos de los amantes.
1:3 Y dijo Idamanda: El deseo es nuestra cárcel, por tanto es preciso que seamos plenamente dueños de nuestros deseos.
1:4 Como el niño es dueño de su sonrisa: a través de su alegría.
1:5 Y vio Idamanda sobre la arena, aquí y allá, copas, vasos de papel, toallas, caracoles, toda clase de objetos.
1:6 Y tocó Idamanda con la punta de su pie desnudo, breve, un caracol. El reflejo de la concha, al volverse, iluminó La Playa.
1:7 Y dijo Idamanda: Pues incluso lo más pequeño puede iluminarlo todo, y crecer en el proceso.
1:8 Y los cuerpos de los amantes se volvieron. Y sus ojos se reflejaron en el mar.
1:9 Y sus manos alzaron las copas.
1:10 Como niños satisfechos, dispuestos a invertir en su inocencia, los amantes escudriñaron la luz.
1:11 Y dijo Idamanda:
1:12 No esperes que vengan a buscarte: búscate a ti mismo. Y dijo:
1:13 El tiempo de la salvación está en ti.
1: 14 Y dijo: Todo el oro del mundo no puede comprarte un segundo de dicha, pues la dicha ya está en ti.